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244_GM27132.jpgSinopsis del editor

«Una de las frases que más oye un padre tras la muerte de su hijo es ‘No tengo palabras’. Todo el mundo se queda sin palabras de consuelo en un momento en que los lugares comunes suenan a insulto. Pero Sergio del Molino sí tenía palabras. De hecho, solo tenía palabras, las que forman esta historia de amor titulada La hora violeta. Este libro narra un año de la vida de su hijo Pablo, desde que fue diagnosticado de un raro y grave tipo de leucemia hasta su muerte.

La hora violeta no es solo una apasionada carta de amor de un padre a su hijo, sino también la historia de una búsqueda: la de un término para referirse a los «padres huérfanos». Hay tan pocas palabras de consuelo disponibles que el idioma se ja olvidado incluso de reservar un sustantivo para quienes ven morir a sus hijos. Del Molino expresa sin media tintas la frustración y la angustia de un padre sin incidir en descripciones sensacionalistas del sufrimiento de su hijo. El resultado son unas emocionantes memorias que trascienden la muerte del niño al que están dedicadas.»

Zaragoza en la novela

Sergio del Molino nos ofrece en La hora violeta su libro más redondo hasta el momento, augurio de una venturosa carrera que desde aquí levanta el vuelo.

La hora violeta no es una novela, sino la narración de un tiempo en la vida de Molino: desde que diagnostican una rara leucemia a su hijo Pablo, de apenas un año, hasta que el niño fallece unos meses después, sin haber llegado a cumplir los dos años.

Es un libro hondo, terso, difícil. A menudo se lee con los ojos empañados, pero no porque el autor tenga intenciones lacrimógenas, sino porque el lector percibe, tras esa prosa cristalina, el profundo dolor del padre al que se le muere un hijo, y que quienes no hemos pasado por tal circunstancia apenas podemos imaginar.

«Ahora sé perfectamente dónde estoy y qué idioma se habla aquí»

dice Molino, cuando se ve obligado a convivir con la muerte en una de sus primeras noches de guardia hospitalaria, en la habitación de su hijo: uno de los pacientes de otra habitación ha fallecido y Molino comprueba de golpe que ya no vive en el mundo habitual, sino en un mundo poblado de monstruos. En ese mundo hay paisanos y extranjeros. Los paisanos «son padres, médicos, trabajadores sociales o voluntarios de las asociaciones de familiares.» Ellos ven a los niños de la planta de oncopediatría «sin congoja ni horror«.

«Los extranjeros solo ven las bombas de quimio, las ojeras, los costurones quirúrgicos, las sillas de ruedas y los ojos tapados con parches. Por más que se esfuercen en aparentar que no les importa, la aprensión enturbia su mirada. Son condescendientes, impresionables y lerdos. Nos contemplan con pena y procuran no acercarse demasiado a esos pequeños monstruos.»

La hora violeta está escrita para los paisanos, por eso los extranjeros, a veces, no la entienden bien. Este libro no es sobre Pablo, ni sobre la leucemia, ni sobre la tristeza. Es sobre la vida de Sergio del Molino mientras su hijo Pablo sufre una terrible enfermedad que finalmente acaba con su vida. Sobre el amor de un padre y una madre por su hijo que se muere de cáncer.

Sergio del Molino ha construido el libro echando mano de su mejor herramienta: la crónica, la estampa, el post bloguero. Se nota en todo el libro la pluma del cronista, las miles de crónicas escritas para los periódicos y los cientos de entradas de su blog. Se nota en todo el libro el pálpito de la persona que no puede vivir sin escribir.

«Soy literatura, vivo por ella»

dice Sergio del Molino, y no miente. Solo una persona que vive para la literatura podría haber escrito algo como El dolor cuando le comunicaron la enfermedad de Pablo. Ese post del 26 de septiembre de 2010 es el verdadero comienzo de La hora violeta.

El libro transcurre entre Zaragoza y Barcelona, en el plazo de unos meses. Zaragoza es una ciudad plana, de paisaje grosero, en la que hace mucho frío y mucho viento, y luego hace mucho calor. Es el primer hospital y la primera unidad de oncopediatría, donde trabajan las doctoras Carlota, Ana, Carmen, Ascen, a las que Molino dedica una magnífica semblanza. Barcelona es «una ciudad intoxicada de primavera, bulliciosa y leve«. Es otro hospital, pero también paseos con Pablo para que vea el mar, largas caminatas por el Ensanche y atardeceres en la playa del Somorrostro, que devuelven a Molino parte de la memoria olfativa y táctil de su infancia en un pueblo de la costa valenciana.

No hay referencias temporales concretas, porque la hora violeta es un tiempo hecho de rutinas, de protocolos, de esperas, siempre al margen del tiempo de quienes viven en las horas del reloj y en los días del calendario. En este libro sabemos del paso de las estaciones, del paso de las semanas y los meses, pero no de la fecha concreta en que ocurren las cosas, lo cual no tiene la más mínima importancia. Solo cuenta el resultado de los análisis, el resultado de la próxima prueba, el resultado del nuevo tratamiento… Paso a paso, Sergio del Molino expone el desarrollo completo del tratamiento de un niño oncológico, desde los primeros síntomas hasta el trasplante de médula. Lo hace sin alharacas, sin morbo, sin impostar la voz. En este sentido, La hora violeta debería ser de lectura obligatoria en la especialidad de oncología. Se aprende mucho, sobre todo del factor humano que rodea a esta enfermedad.

Sergio del Molino no elabora una narración lineal, sino que construye el libro -lo hemos dicho antes- a base de estampas, de manera similar a como construye su blog desde hace varios años. En unas pocas páginas, Molino atrapa una idea, un sentimiento, un paisaje, un recuerdo, y lo expone ante nosotros en toda su integridad, en todo su significado, siempre con una prosa sencilla, precisa, ajustada. Emoción sin cursilería, tristeza sin sordidez, lágrimas sin amargura.

Notas de interés

La música está muy presente en La hora violeta. Sergio del Molino ha recopilado la banda sonora del libro.

El gran precedente La hora violeta es Mortal y rosa, de Francisco Umbral. Sergio del Molino le dedica en el libro unas páginas muy sentidas, complementarias del post que publicó en 2007, Aprender de Umbral.

La crítica ha dicho…

La hora violeta ha tenido una amplia recepción. Recogemos aquí solo algunas de las reseñas, noticias o entrevistas.

Desde la salida de La hora violeta, se han publicado numerosas reseñas del libro y entrevistas con el autor. Mi intención era no publicar ninguna de ellas después de la redacción de esta entrada en el blog, pero creo que la entrevista de Anna Maria Iglesia en Revista de Letras el 5 de julio de 2014 ayudará mucho al lector a entender mejor La hora violeta.